18 de Agosto, es sábado pero nos levantamos algo temprano para irnos a la montaña. A las 10 de la mañana llegamos a Santa Cruz del Valle Urbión, bonito pueblo enclavado en la sierra de la demanda (Burgos). Nuestro objetivo del día intentar subir al San Millán 2.132 metros, el monte más alto de Burgos. Aunque no pasa nada sino llegamos, esto es un calentamiento.
Mi pequeño refugio de Santa Cruz ha cambiado, ya no tiene la hermosa pradera sino miles de troncos cortados y apilados que esconden el refugio. Más adelante han puesto en otra pradera unas cuantas mesas y barbacoas para hacer domingadas. Ahora también hay carteles que te indican varias rutas. Elegimos subir al San Millán, en el cartél llamado Torruco, por la Garrucha , 10 kms. para realizar en 4 horas. Y luego bajar claro. Este camino yo no lo conocía, yo lo había subido siguiendo el río Urbión. Al principio seguimos la ruta pero luego nos bajamos al río y seguimos una senda hasta que ya no veíamos más senda y seguimos el curso del río. Llevamos dos horas andando debajo de este hermoso bosque de hayas esperando ver algún duende.
Vadeando el río encontramos una pequeña cascada, ya que ahora no baja mucho agua. Después de la cascada decidimos subir como se pueda por el monte, y resultó que fuimos a dar a un pedazo camino. Seguimos el camino (autopista) y nos condujo al cerro de la Garrucha, allí vimos a gente que volvía y pudimos ver más o menos por donde seguía la senda. A partir de este punto no hubo perdidas, divisábamos el San Millán y el Trigaza a los lejos. Tardamos otras dos horas en subir a la sierra llana a 1.983 metros, los últimos 300 metros de desnivel se hicieron duros, NH casi abandona pero decidió seguirme lentamente. Desde aquí nos quedaba unos 2’8 Km. para llegar al San Millán aunque decidimos tomarnos nuestra merecida comida. Después de comer nos dio pereza y decidimos bajar. Bajar es lo más duro, por lo menos para mi. Tardamos 3 horas. Decidimos seguir esa pedazo autopista que habían creado en el monte, pero llegado a un punto nos cansamos y empezamos a bajar por caminos que habían creado los cortadores de leña y con nuestra buena orientación llegamos perfectamente.
Como calentamiento para los pirineos estuvo muy bien, aunque era algo más que un calentamiento, era casi como una jornada de travesía allí pero claro sin tanto peso.
Igual si sobrevivimos en Pirineos....
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