lunes, 28 de julio de 2008

A la playa (Asturias)



Este largo fin de semana por lo menos en la comunidad de Madrid ya que nos dieron fiesta el 25 de julio, Santiago Apóstol, nos decidimos ir a Asturias, además nos cogimos libre el lunes para pillar atasco.

Lo que hemos hecho ya sido playa, playa, leer, descansar, jugar con las olas, pueblos, sidra más sidra.

No sabíamos si íbamos a montar la tienda en la playa, expuestos a una multa "incomprensible" por parte de la guardia civil, o si de camping o como.
La primera y última noche al hacer escala en Burgos dormimos en casa de mi mama, así hacíamos visita y dormíamos by the face, lo que se llama matar dos pájaros de un tiro.

La siguiente noche dormimos en el hostal La playa, de Barro, por la mañana preguntamos si tenían habitaciones libres, solo la 109, muy pequeña, pero como no sabemos que vamos a hacer no la reservamos, lo dejamos para la improvisación. El hostal es antiguo, con encanto y familiar que lo gestionan una simpática señora, Lolina, que siempre tiene una sonrisa en la cara. La tarde del viernes las nubes pintaban lluvia y decidimos regresar al hostal de barro a ver si continuaba libre la habitación. Esa la nº 109 ya estaba ocupada pero otra estaba libre, una que no debía ser habitación, sin número, con un cartel que dice privado, y con el pomo de la puerta fasticiado, no se cerraba, y daba a un patio, pero cuando nos al enseña sobre las 20:30 se pone a jarrear, así que no vemos mejor plan, poner la tienda en este diluvio no nos apetece mucho. Nos la deja a 50 € con desayuno. Un poco caro pienso yo, aunque tenga baño y Tv (que no funcionaba).

La siguiente noche la pasamos en pensión El castañu de Cué, donde pagamos 50 € por una habitación pequeña, con baño y Tv y sin desayuno.

Recomendaciones y descubrimientos de este viaje:
En Cué (precioso pueblo) esta un estupendo restaurante gestionado por Manolo, llamado La Espuela, teníamos que esperar para tener mesa como una hora, y allí estuvimos dándole a la sidra. Nos metimos dos botellas a las que luego nos invito. Cenamos unas riquísimas patatas al cabrales, una docena navajas a la plancha, otra docena de enormes langostinos que estaban de muerte y media docena de sardinas grandes, sabrosas, se me saltaban hasta las lágrimas del gusto, todo ello regado con un fresco y rico albariño. De postre una rica tarta de sidra. Nos duró en la mesa segundos. Todo esto nos costó unos 60€. El servicio es simpático, campechanos, autentico, con el Sr. Falo o reverendo, un señor de casi setenta años que está ahí currando poniendo y quitando mesas, a veces a regaña dientes de lo que dice Manolo. Manolo el rey de la plancha que se ve que le encanta cocinar.

Y esta es la foto de la playa donde la hemos pasado estos días.


Hace muchos años había muy poca gente en esta playa ya que hay que andar para acceder a su fina arena, pero como han arreglado el camino (aunque hay que andar) ahora es más frecuentada. Es una playa preciosa, nudista, que ahora goza de un chiringuito en el que puedes comer y beber. Aunque nosotros bajamos con nuestra comida y nuestra sidra.
Que bien se duerme la siesta después de la sidra!

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